CAPÍTULO 2- CAMPAMENTOS DE PAZ
El primer campamento realizado con palos
de escoba y una tela, la idea fue realizar a raíz de un texto de una niña
de primaria una acción colectiva.
-Profe ¿qué es lo
que encierra esa muralla gris?
En el barrio
Arborizadora Alta se encuentra ubicada frente al colegio dos
montañas muy importantes para nosotros, la primera casi enfrente a nosotros está
la loma de los seguros sociales, por muchos años una valla publicitaria marcaba
este territorio, un superlote el cual está rodeado de una muralla
de ladrillos grises, esa fue la pregunta de la niña en ese año, a raíz de
esa pregunta surge una respuesta.
-¿Y para ti que podría proteger?- ¡Una casita!
-¿Y para ti que podría proteger?- ¡Una casita!
Surge la actividad
campamentos de paz con tres palitos, una tela o sábana, la de tres tigres o el
mantel de la mesa, construir nuestras casitas en grupos, aparte de los
materiales en el campamento tenían que compartir la merienda o las
onces, el pollo o el arroz, una actividad de toda una mañana en la cual
participó todo colegio en ese entonces primaria en la jornada de la
mañana.
Cómo proteger
desde la escuela, los sueños, la vida, la esperanza sino es desde la acción, el
juego, la risa, ese día nos tomamos la montaña y construimos nuestra primera
acción de paz.
Como no olvidar el
espacio donde todos jugamos con las cobijas y construimos universos, mundos, construimos historias fantásticas con los hermanos, los primos,
los vecinos, jugamos al papá y la mamá, corrimos sillas, amarramos mesas y nos
metimos debajo de cajas y cobijas, que no eran cajas sino escuelas,
bancos, casas, castillos, selvas, naves espaciales, fuertes,
para protegernos de monstruos, apagamos la luz y a la luz de la linterna
veíamos los rostros felices, los rostros de miedos mientras surgían
leyendas, el espacio se llenaba de comida, de palomitas de maíz, de pan, nos
dormíamos con las almohadas y seguíamos soñando.
Quién no ha
construido todo un universo con las cobijas, bueno eran otros tiempos, en los mío
y en el de muchos el juego más bonito era la de construir con muebles de la casa
y cobijas, telas, manteles un universo, nos transportamos, ese mismo ejercicio
lo realizamos en la montaña de ladrillos grises, de ahí, desde el recuerdo,
desde la memoria y las imágenes que han quedado como un rastro de esas acciones
que evocan la construcción de un espacio
diferente al aula de clase, donde la libertad, la fantasía, el compartir con él
Otro, se dan en una relación horizontal, ese fue nuestro primer espacio que
nos permite pensarnos que la escuela necesita una arquitectura amable,
lúdica, que crece con los niños, una escuela donde habite el señor árbol,
el señor nido, la señora agua. Espacios que nos permitan entrar en un
juego constante entre el conocimiento, la sorpresa, lo creativo, lo
sensible.
La segunda montaña
es la cantera, desde hace tiempito lo único que nos llega son partículas de
tierra las cuales llegan por las explosiones y el viento, lo único que medio las
detiene son los árboles que sembramos, bueno eso es otro capítulo.
SÍ A LA
CONSTRUCCIÓN, NO A LA DESTRUCCIÓN.
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